SOY ESCORT
Quizá muchos crean que ser escort o dama de compañía se reduce simplemente a mantener relaciones sexuales, ganar dinero, divertirse conociendo hombres o buscar un sugar daddy. Sin embargo, detrás de esta profesión —tan antigua como incomprendida— hay mucho más.
Para muchas de nosotras, este trabajo ha sido un puente hacia nuestros sueños. Gracias a él, he podido visitar lugares que solo imaginaba, completar mis estudios, construir un patrimonio —desde adquirir un departamento hasta comprar un auto—, invertir en mi bienestar físico y, sobre todo, apoyar a mi familia y seres queridos. Cuando repaso todo lo logrado, las dificultades se vuelven más livianas y el esfuerzo cobra sentido.
Sí, he pensado en dejarlo. Pero también reconozco que ha sido el soporte que necesitaba para alcanzar metas que de otra forma habrían sido inalcanzables. No niego los momentos difíciles: el estrés, las lágrimas o la presión de vivir entre dos realidades, ocultando esta faceta de mi vida. Aun así, la mayoría de mis experiencias han sido gratificantes, gracias a clientes que convirtieron este camino en algo más que transacciones. Hay historias que atesoro como recuerdos únicos, momentos que quedaron grabados en mí.
Sé que la sociedad juzga. Que para muchos este oficio es un tabú. Pero mientras siga acercándome a la vida que deseo construir, cada paso —aunque complejo— valdrá la pena.