MI PRIMER CLIENTE

(Flashback: una mano temblorosa frente a una puerta de hotel. El tintineo de un collar. Una respiración entrecortada.)

Muchas veces he intentado reconstruir ese primer día: el olor del perfume barato que llevaba, el sonido de mis tacones sobre el suelo frío del vestíbulo, la textura del billete doblado en mi bolso. Pero la memoria es traicionera.

En cambio, recuerdo mi primera cita como si fuera ayer.

Las mariposas.

Esa sensación absurda, casi adolescente, de que el mundo se detenía al otro lado de la puerta. (Corte seco: una puerta abriéndose en slow motion, luz cálida filtrándose en el pasillo.) Pensé que con los años se iría, que me acostumbraría. Pero nunca lo hice.

Mil habitaciones después, el ritual sigue siendo el mismo: la pausa antes de tocar, el latido acelerado, el susurro de la duda: ¿Quién estará ahí esta vez? ¿El que sonríe demasiado? ¿El que no habla? ¿El que me hará sentir poder... o el que me recordará lo frágil que soy?

(Montaje rápido: manos anónimas desabrochando botones, relojes de mesilla marcando la hora, sombras bailando en paredes ajadas.)

Esta vida es un espejo roto: refleja pedazos de mí que nadie más conoce. Solo unos pocos han visto detrás del maquillaje. (Plano detalle: una lágrima arrastrando rímel mientras una boca sonríe forzada.) De todos ellos, apenas recuerdo caras.

Pero hay uno...

(Silencio. Una cicatriz casi invisible sobre el costado. Un anillo de matrimonio dejado olvidado en el lavabo.)

...que me enseñó que el precio de esta vida no se mide en dinero.

Ser escort no es un trabajo. Es un viaje sin mapa donde cada noche te desnudas dos veces: el cuerpo primero, el alma después. (Voz en off mientras la cámara enfoca una ventana de taxi, ciudad brillante reflejada en el cristal.)

Lo único que agradezco:
Que me robó la inocencia...
Pero me regaló los ojos para verla irse.

(Fade to black. Se escucha una puerta cerrándose de golpe.)

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